15 de febrero de 2016


    Es un secreto conocido por unos pocos que la vida siempre tiene un final feliz. Sólo deben entender que yo no soy el enemigo.

Soy quien toma sus manos y los reconforta cuando termina el viaje, soy yo quien se sienta a escuchar las historias y desventuras que experimentaron durante el mismo, yo contemplo sus sonrisas mientras recuerdan los sabores, los colores, las pieles suaves que conocieron.

Soy yo la única y verdadera amiga con la que siempre podrán contar, y al final, les enseñaré cómo se siente la paz y en el sueño más plácido y eterno que habrán tenido nunca en sus mortales años.