24 de febrero de 2010

Ya no está Inconclusa... (Pesadilla)

Comencé esta historia hace varios días, publicada bajo el nombre de "Inconclusa" pues en ese momento no supe cómo continuarlo... ahora bien, aquí está tal como ha salido, ya concluído.



De pronto se encontró atada por los codos a una barra, con una sensación de turbidez y sin poder recordar cómo había llegado alllí o qué hacía en aquel lugar. Los sonidos le eran ajenos, su visión era borrosa al punto de no poder distinguir entre las manchas que danzaban frente a si. Un olor nauseabundo la impregnaba, sintiendo como toda esa porquería se pegaba a su piel, a su nariz, a sus labios.. así como antaño lo hacía el aire marino.... El mar, vendería su alma al primer postor a cambio de poder estar frente al mar en ese instante y no en el cuchitril en el que se encontraba ahora, donde la sensación de aprensión era intensa y el aire húmedo, enrarecido, señal de que se encontraba en una habitación pequeña y cerrada.

Algunas imágenes vagas rodeaban su mente, ¿acaso era un pacto lo que había hecho? Recordaba a un hombre de tez muy blanca y nariz aguileña, recordaba haberse cortado y lamerse la herida ¿se había lastimado ella o la había herido alguien más? ... Todo era tan confuso, tan vago... la mejor explicación para eso era que había sido drogada, ¿cómo si no, explicar que no recordara claramente lo sucedido?

Sintió un dolor agudo en el abdomen, logró alzar ligeramente la cabeza sólo para observar con espanto como un hilo salía de su cuerpo, un cordón ensangrentado que salía de allí, de sus entrañas, colgado de un gancho situado en el techo. El cordón era de un color rosáceo, pero algo se movía sobre él... GUSANOS!!! ERAN ASQUEROSOS GUSANOS !!! eso no podía estar sucediendo, era mentira, esos asquerosos animales no usarían el cordón para llegar a ella, se negaba a permitirlo. Intentó moverse de un lado hacia el otro para desatarse del cordón rojo cuando se dió cuenta que no podría, ese cordón era parte de ella, era su intestino delgado, extraído desde su abdomen, y era eso lo que consumian esas malditas pestes carroñeras.

La sensación de desamparo fue tan intensa que empezó a gritar, a llorar, a rezar, a pedirle al Díos en el que siempre confió su alma que se la llevara en ese preciso instante ¿Cómo podía ese Dios ser tan misericorde y dejarla allí tirada a su suerte, a merced del horrible ser que le había hecho esto?

De pronto otra imagen, su dedo ensangrentado escribiendo su nombre sobre un pergamino. ¿Qué estupidez había hecho? ¿Cómo se le corrió la idea de firmar eso? más ahora que no recordaba lo que había negociado, pero fuera lo que fuera, no tenía sentido que valiera el precio que estaba pagando. Cualquiera que hubiese estado de pie a su lado habría visto aparecer en ese momento una sonrisa.. Claro, por supuesto, todo lo que sucedía era tan ilógico que sólo había una explicación, era un sueño.

Intentó despertar de ese espantoso sueño, puesto que no podía ser otra cosa sino un sueño vívido y terrible, tan vívido que podía sentir el olor de su carne chamuscada así como las náuseas que esto le provocaba... no, debía despertar de ese sueño a como diera lugar. Decidió, pese al hedor, respirar profundo una vez... otra vez... una vez más, cerrar los ojos olvidar los gusanos y concentrarse en su vida real, la que había dejado atrás al momento de ir a dormir.

La luz que se colaba por la cortina le dió el calor necesario para saber que había despertado y que si, estaba en casa. Su perro jugaba a los pies de la cama, mordisqueando las sandalias como todas las mañanas, sólo para hacerla correr detrás de él hasta la cocina y lograr un poco de atención de su adorada dueña. Se levantó sintiendo que ése era el más feliz día de su vida, en comparación con la terrible pesadilla que había sufrido la noche anterior, pero..¿qué la habría causado? la ensalada de la cena no podría haberle causado indigestión, y obviamente no debió ser el efecto de la novela que estaba sobre su mesa de noche a medio leer... no buscó mayor explicación y únicamente se sintió aliviada de haber despertado y deseó con toda su alma no soñar algo siquiera similar más nunca en su vida... ¿Cómo se le ocurrió blasfemar así de su Dios, que tan piadosamente le había guiado en cada paso de su vida? Más nunca volvería a dudar de él. Eso debió ser, una prueba de su Fé, la había superado y sintió su corazón lleno de regocijo.

Para celebrar, decidió desayunar huevos revueltos, un gran vaso de jugo de naranja, un par de rodajas de pan y luego salir a dar una larga caminata por el parque, ese sol tan cálido y espléndido no sucedía todos los días en la región fría del país donde vivía. Se duchó, rápido, con agua fresca para olvidar la mala noche que había pasado, se vistió, calzó los zapatos deportivos y bajó a  desayunar. Hizo todo sistemáticamente, como cada mañana, estableciendo qué hacer según lo planeado el día anterior y lo que dictaba su agenda.

Se colocó en el brazo el reproductor de música, le colocó el collar al lanudo perro que ya brincaba entre sus piernas esperando el anhelado paseo matutino, verificó que todo estuviera en orden antes de salir y se dirigió a la puerta... La brisa del mar chocando contra su rostro, era y sería siempre la mejor sensación que tendría durante toda su vida y así, de frente al viento, ella y su mascota salieron a dar un largo paseo a la orilla de la playa.

La arena se hundía suavemente bajo sus pies, el perro brincaba dando círculos a su alrededor y de vez en cuando con una zambullida entre las olas, o decidía ladrarle a algún atrevido cangrejo que osara pasarle por enfrente. A lo lejos vió a alguien que caminaba en sentido contrario, acercándose, y al igual que ellos, disfrutaba plácidamente del paisaje costero... Al acercarse se dió cuenta de que era un hombre, alto, esbelto, hasta buenmozo, pensó que sería agradable por esta vez, compartir su caminata con ese sujeto que obviamente era agradable y bien educado, se sabía, por supuesto, por su modo de caminar, de vestir y de disfrutar el mar.. sólo un alma pura podía amar el océando como ellos.

Cuando el sujeto se acercó, la saludo con una amplia sonrisa y pronunció una frase, ininteligible para ella, así que decidió girar y preguntarle al simpático caballero lo que había dicho.

El caballero volteó, le sonrió nuevamente y mirándola profundamente, amablemente le dijo -Tu deseo está cumplido, es hora de despertar-

De pronto y sin saber en qué momento, había despertado de su onírica vida feliz y perfecta, donde un perro lanudo mordía sus zapatos, dónde la luz del solo acariciaba su rostro cada mañana,  mientras que su realidad, su mísera realidad, era oscura y nauseabunda, atada a una barra, mientras sus intestinos colgaban de un gancho obligándola a verlos siendo devorados por los gusanos.

Desde arriba

¡FUI UN MALDITO IMBÉCIL! - es eso lo que quería gritar pero no lograba articular palabra. Los ojos inyectados de sangre y rabia observaban impotentes todo su alrededor, mientras unas lágrimas rojas resbalaban por la accidentada mejilla, confundiéndose con la sangre que emanaba de las laceraciones.

Nunca se habría imaginado que terminaría de esa forma, humillado y abatido, dispuesto para ser cena de los buitres, alzado a 10 metros del suelo atravesado por una estaca de roble. Nunca en su nada conspicua vida, habría pensado que esos monstruos que describían en las historias más oscuras eran una realidad, que disfrazados entre el común de la gente, permanecían ocultos del hombre de a pie. Menos aún hubiera podido creer que se cruzaría en el camino de uno de ellos, en un muy desafortunado encuentro.

Cerró los ojos intentando olvidar el terror que lo inundaba, quería borrar todo rastro de la pestilencia que lanzaban los cuerpos, vecinos, podridos, destajados, picoteados, hervideros de gusanos, restos de los miserables que habían corrido una suerte similar a la suya. Cada intento de evadir la realidad era en vano, pues cualquier pensamiento, por ínfimo que fuera, terminaba trayéndolo de nuevo a su presente.

Mientras juraba que daría el corazón y su alma al Diablo si lo libraba de aquél trance, recordaba que era el mismo Diablo quien lo había colgado de ese madero, o si bien no era el diablo debía ser uno de sus engendros, no había otra explicación para que un ser hallara tal regocijo en su dolor y sufrimiento.

Cansado del repugnante paisaje, bajó la mirada sólo para encontrar un ente de tez blanca cono la luna llena y con un atuendo negro que a medias luces parecían tratarse de trapos viejos y desteñidos que hacían resaltar más aún el espectral brillo del andrógino rostro. Unos ojos azules como cristales le observaban desde allí. Era evidente el escrutinio de esa "cosa" sobre él, incluso, desde lo alto, le pareció observar una sonrisa. ¿Era acaso posible que ese ser no sintiera asco por la escena ni piedad por él, quien sufría agonizante? peor aún, cayó en cuenta que el ser lo miraba embelesado, como quien admira una obra de arte previamente realizada y de la que se siente, por fin, satisfecho.

Esa mirada.. creía recordarla, pero ¿de dónde? sin embargo, a pesar del extraño color, se le hacía tan familiar esa mirada. Como si perteneciera a alguien conocido y este fulano le hubiese arrancado los ojos, la expresión, y la usara ahora en su lugar.

De pronto todo le pareció más claro, esa mirada dulce, unos ojos castaños, una sonrisa cándida. Si, era ESA mirada, pero ¿Cómo podría ser posible? ¿por qué recordar eso justo ahora?

Empezó a ver sus recuerdos, como si se trataran de una película que proyectaran sólo para él. Era un día hermoso, de esos días cuando el brillo del sol te permite olvidar que existen desgracias e injusticias en el mundo, un perro pasó corriendo frente a él, se había soltado de la correa de su dueño y huía pícaramente hacia la laguna donde estaban los gansos. Recordó haber pensado lo gracioso que sería ver al perro lanzarse al agua para luego salir huyendo de las aves que con seguridad se defenderían del intruso.

Detrás del perro corría una niña, llamándolo y con la correa en la mano, mientras lloraba por la huída de la mascota. Al instante vió como la niña tropezó con una piedra que sobresalía del terreno y cayó sobre la grama. Se vió a si mismo apresurándose hacia la chica, con una sonrisa para reconfortarla y cómo le ayudó a levantarse y enjugarse las lágrimas. Sólo logró tranquilizar a la niña tras asegurarle que su perro volvería en cualquier momento, buscando la protección de sus brazos, cuando se diera cuenta que los gansos no eran buenos compañeros de juegos.

En ese instante, cuando imaginaban la persecución que tendría lugar, apareció la sonrisa más hermosa que había visto en su vida, no podía provenir de otra persona más que de un niño, dulce e inocente, como la niña a la que había ayudado.

Ahora los recuerdos se confundían, tenía que ser producto de la tortura que estaba viviendo, creía ver el rostro de la niña pero trasladado al cuerpo de una mujer joven y esbelta, de cabello largo, negro, ondulado. Recordaba haber visto todo rojo, como si se tratara de un telón que cayera frente a él. Pensaba en la sonrisa de la niña, pero el resto era un mundo carmín, sin matices, que sólo le producía una sensación de desesperanza.

Agitó la cabeza, no quería perder los recuerdos hermosos. Eran por fin algo a lo que aferrarse entre tanto horror y no los dejaría ir tan fácilmente. Se concentró en la imagen del perro, un labrador negro, esbelto, jugetón. Pensó en la niña, el cabello castaño claro, liso, recogido seguramente por su madre en dos trenzas que caían hasta su espalda. Y la risa, podía oir claramente la risa de la niña, que resonaba y hacía que su alma rebosara de felicidad, era como escuchar un río bajar alegre por la montaña, en su camino hacia el mar, el mar, azúl... azúl como los ojos que le miraban... fríos, profundos, atemorizantes...

Se obligó a pensar de nuevo en la niña y la sonrisa, pequeños momentos de alegría. Le preguntó dónde estaban sus padres para llevarla hasta ellos, asegurándose de que la mascota no huyera nuevamente, un extraño brillo asomó en el rostro de la joven, no se detuvo a pensarlo en el momento, pero era un brillo intenso, casi sobrenatural.

Encontraron la puerta abierta, el cerrojo estaba bien, así que todo parecía indicar que la última persona en entrar o salir simplemente olvidó cerrarla. La niña le tomó de la mano dándole la confianza necesaria para entrar en la casa, donde encontró un salón con grandes ventanales cubiertos por espesas cortinas de terciopelo rojo y una inmensa lámpara de araña en el centro del techo. Sin embargo, el ambiente de la casa era ambiguo, la lámpara funcionaba con velas, lo que le daba al salón un aire de novela gótica, de esas de finales del siglo XIX. Aparte de las cortinas, no había rastros de muebles, si quiera habitantes en la casa. Y el olor, un olor que nunca logró definir, pero que le recordaba a... no sabía, sólo tenía la sensación de que conocía el olor, que no era fuerte, pero tampoco muy agradable. - Ha de ser una casa vieja, herencia de familia - pensó - explicaría que una casa tan lujosa esté en estas condiciones-. La niña explicó que sus padres ya se habían ido a trabajar, y que en el poco tiempo que tenían viviendo allí no habían tenido oportunidad de poner todo en orden. Le explicó también que su único compañero de juegos era el perro, quien era además su guardián y custodio, pues nunca se separaba de él.

La niña le ofreció una bebida refrescante, la cuál aceptó con algo de premura, asegurando que debía irse pues ya la había dejado segura en casa, sabía lo mal que se vería si llegaba algún adulto y lo encontraba en lo que podía ser una situación facilmente malinterpretada. No había terminado la bebida cuando se sintió mareado, quizás por el olor, quizás por la sensación opresiva del ambiente que creaba el salón, decidió marcharse de una vez cuando sin más la puerta se cerró.

Debía estar alucinando, no era posible lo que sus ojos le mostraban, la niña, sentada en un rincón, se hacía cada vez más pequeña, mientras que el perro iba tomando forma humana. ¿Lo habrían drogado acaso? eso explicaría el mareo y las alucinaciones. El perro - no estaba seguro de cómo debía llamarlo ahora - comenzó a reir de manera fuerte y clara, con una voz que no era de hombre o de mujer, pero que ciertamente asemejaba una voz humana. Buscó horrorizado a la niña, pero en la esquina donde la había visto por última vez, sólo había un cobayo, durmiendo entre los plieges de la cortina. No podía ser verdad, no tenia ningún sentido, ¿Esa criatura que antes era un perro tomaba forma HUMANA? ¿En qué rayos estaría pensando cuando decidió ayudar a una niña extraña? ¿Acaso lo embrujó la dulce sonrisa en el parque? ¿Cómo podía un ser tan inocente y perfecto ser ahora un roedor?

Creyó volverse loco e intentó huir saltando por una de las ventanas, pero se enrredó con la pesada cortina y se vió envuelto tan sólo por una luz roja. El miedo lo paralizó ¿O fue acaso la bebida que recibió? Si tan sólo los hubiese dejado frente al portal, si no hubiese seguido la dulce mirada y la sonrisa cándida, si no hubiese ido al parque ese maldito día.

Sentía bombear al corazón como si fuese a salir del pecho y lo quisiera abandonar a su suerte. Comenzó a sentir mucho más fuerte el olor que ahora reconocía como carne pútrida, mientras todo le daba vueltas y oía una risa tras la barrera roja que lo rodeaba. Sintió como la tela se movía, la oyó desgarrarse tal como los leones desgarran su comida. Atinó a preguntar el por qué de todo aquello y sólo recibió por respuesta "Porque es divertido". Lo último que recordaba era un rostro blanco de brillo tenua como la luna y un par de ojos azules que se tornaron rojos justo en el momento cuando la criatura se ablanzó sobre él.

Despertó bruscamente y sintió un agudo dolor en todo su cuerpo. Se dio cuenta que todavía estaba vivo, aún colgaba atravesado por una estaca de madera, los cadáveres seguían a su alrededor, el olor nauseabundo impregnaba el lugar. Abajo, una mujer esbelta, de cabello negro, largo, ondulado, con unos hermosos ojos azules, lo veía profundamente, mientras acariciaba un cobayo que dormía en sus brazos.

Poemas Alados ( II )

Poemas de Claudio de Alas
EL POEMA NEGRO


Forget_Me_Not de Arcipello - DeviantArt
Cuando moría, me enlazó en su brazo
cual un reptil de palpitante raso,
y con voz afiebrada y lastimera,
me dijo que cual última terneza,
y en recuerdo de toda su belleza,
me dejaba su blanca calavera...

Que robara a la hambrienta sepultura
ese último jirón de su hermosura,
que una lívida amante me sería,
y en mis horas alegres o de duelo,
su alma, descendiendo desde el cielo,
al través de sus cuencas me vería...

Pasa el tiempo... El ave silenciosa
del recuerdo voló sobre su fosa,
llamándome a cumplir aquel pedido,
que cual lúgubre flor de sus amores,
me dejó en los postreros estertores,
temerosa a los lutos del olvido.

Y era una noche. Oscuridad y viento;
la lluvia desgarrando el firmamento;
batida en sus ramajes la espesura;
los jardínes tronchados y barridos;
y del mar, el estruendo y los rugidos
resonando a lo lejos con pravura...

Ardiente el corazón, los miembros yertos,
escalé la muralla de los muertos;
y pensando en la súplica postrera
de esa lívida novia del misterio,
me perdí en el profundo cementerio,
porque iba a robar su calavera.

Por las calles desiertas y medrosas,
buscando en los letreros de las fosas,
llegué hasta su sepulcro solitario.
El viento en los cipreces sollozaba,
y la lluvia furiosa me azotaba
cual queriendo arrojarme del osario.

De una lámpara sorda, bajo el brillo,
su mármol qquebranté con un martillo.
Cual fatídico abismo, negro y hondo,
de la tumba la puerta entenebrida
abierta contemplé...¡De entre su fondo
brotó una bocanada corrompida!...

Y en lo profundo de la negra caja,
entre blancos jirones de mortaja,
la miré desleída y pestilente:
sepultadas sus formas y sus manos
entre olas hirvientes de gusanos
que tragaban su carne lentamente.

En sus sienes, mechones de cabellos...
sus ojos,¡ay!..., como ningunos bellos,
convertidos en cuencas pavorosas;
en su boca, que fue roja granada,
una muda y horrible carcajada,
y su pecho en piltrafas asquerosas...

De su belleza, que radió cual astro,
no había allí tansiquiera un rastro.
Era un informe y corrompido andrajo.
La miré contristado, mudo, inerte;
medité en los festines de la muerte
y me hundí en el sepulcro abierto a tajo.

Temblorosas, tendiéronse mis manos
al inmenso hervidero de gusanos.
Busqué de la garganta las junturas,
nervioso retorcí... Hubo traquidos
de huesos arrancados y partidos...,
hasta que hollando vil las sepulturas,

Huí miedoso entre las sombras crueles,
creyendo que los muertos, en tropeles,
levantaban su forma descarnadas
corriendo a rescatar su calavera,
esa yerta y silente compañéra
de la lóbrega noche de la nada...

Eso pasó..., fue ayer... Hoy, en mi mesa,
cual escombro final de su belleza,
helada, muda, lívida e inerte,
sobre mis libros en montón reposa,
cual una gigantesca y blanca rosa
¡Que ostentase la risa de la muerte!...

Sus grandes cuencas, como dos cavernas,
me contemplan inmoviles y eternas.
Atónito, al mirarlas me figuro
que su alma tal vez huya del cielo
para triste, silente y con anhelo,
mirarme allá, desde su fondo oscuro.

Entonces con amor llego hasta ella,
y cual si fuera cuando viva y bella,
por sus huesos mi mano se desliza:
siento de ansia el corazón opreso,
y en el instante en que le doy un beso,
¡me encuentro, ¡ay!, con su macabra risa!...

Y allá, de la alta noche, cuando escribo,
ante su faz sintiéndome cautivo,
me parece que se abren sus quijadas
y que en frases muy tiernas, temblorosas,
me pide que le diga blandas cosas,
como en noches amantes y borradas...

Y soñando, la veo transformarse
en la bella de entonces, y acercarse...,
y sentirme yo suyo..., y ella mia...
mas al instante mi pupila advierte
que no es sino la imagen de la muerte,
que me contempla estática y sombría.

Ya llevan mucho tiempo estos amores...
es ella quien conoce mis dolores,
los sueños todos de mi vida entera...
Ella me da la desnudez que viste,
y yo el cariño de mi alma triste,
teniéndola de novia hasta que muera.

Y cuando rompa de la vida el lazo,
cual ella a mí, la enlazará mi brazo,
y antes que en mi redor todo sucumba,
le diré como frase postrimera:
-¡Acompañame, pobre calavera;
acompañame, amada, hasta la tumba!...

23 de febrero de 2010

Poemas Alados (I)

Poema de Claudio de Alas


MIENTRAS ANDA LA HORA
- Doctor; sigue esta fiebre,
que el alma me entenebre,
implacable y brutal como si fuera
mi vida toda que al rodar callada,
espera, espera...y siempre espera
una sonrisa lastimera
de unos labios helados cual los míos...
- Doctor; mi carcajada
desolada
y cansada
y llena del afán de mi jornada,
tiene la muda soledad de los desiertos...
-Doctor; vuestra ciencia suprema,
para mi mal- mal de los muertos-
es una luz, cuyo fulgor no quema.
-Doctor; dejadme quieto!
Prefiero antes que el hombre, el esqueleto.

Perdonadme, Doctor...Soy el enfermo,
que únicamente callo cuando duermo.
...Espero una visita.
Es una dama pálida y silente,
Hace tiempo, Doctor, me dio una cita,
y la espero esta noche blandamente...

-Doctor; alguien toca la puerta...
Abrid! ¿Es ella acaso?
Ella es!...Doctor, viene encubierta:
indicadle el camino, dadle paso,
y no toquéis su túnica de raso,
porque oculta el Misterio seriamente!...

-Buenas noches, dulce amiga lejana.
Os esperaba...Adelante, Señora...
- Doctor; esa campana,
¿ por qué sin ser la hora, da la hora,
y esparce su lamento?
- Que descanso que siento,
mi querido Doctor.
Enmudecido de temor;
que descanso, Doctor!...

Este pensar horrible de mi pensamiento,
de mar en furia, es límpido remanso...
No tengo frío, mi querido Doctor,
algo pasa sobre mi corazón...algo que no me duele!
¿Será que ya murió mi corazón?
Algo me impele
hacia la barca azul, en que el laurel
hecho ritmo, y verdor y resplandor,
tiende un abrazo redentor,
mi sabio y muy admirable, mi Doctor:

- Perdonad al enfermo, y su candor.
- Lo más cerca de mí, Señora...
Soy un niño muy triste...
y hace tiempo que lloro.
No recordar en que consiste;
Lo dulce de tu cita, triunfará.
Dadme un beso, oh, Señora!
Dadme el beso callado y no comprado,
de tus labios siniestros, por lo mudos
Señora, y a mi lado,
estrechemos los músculos desnudos,
para dormir...
Morir?...(1)


(1) Diez minutos después el poeta se abría la frente de un tiro.

De sentidos y emociones...

Por mucho que yo piense que no hay imposibles, parece bastante improbable que podamos escapar a nuestras emociones; Tanto dioses, como demonios y mortales, respondemos a ellas y a la fuente que las genera, a veces de buena manera, otras... no tan buena.

Tal es, que suelo crear mis más largos escritos después de una buena dosis de emoción que me remueva los sentimientos, sensaciones gratas o ingratas.. pero pasiones que nos recuerdan que estamos vivos y que somos mucho más que un saco de carne y huesos ( bueno, la mayoría... hay unos cuantos que sólo sirven como alimento, desecho y otros que al menos, de mal ejemplo)

Filippo, Felipe, Phillippe, Phill...

Sus ojos negros, profundos como la más oscura noche, parecían brillar con el fuego del alma perdida, contrastando la nacarada y pálida tez de su piel.

Oculta tras su apariencia sobria, una gabardina tan negra y larga como su cabellera.

Prefería ostentar de su cultura, de la sabiduría adquirida con el transcurso del tiempo, devoraba con ansias los libros de historias, leyéndolos cual cuentos infantiles y reía cada vez que recordaba cómo habían sucedido realmente las cosas y cómo las deformaba, a su favor, quien escribía el relato de turno.

Memoria implacable, sin embargo, por alguna extraña razón, se mezclaban sus pensamientos al recordar la vez en que, vagando entre la vegetación, intentó ayudar a esa extraña y atractiva mujer, de cabello rojo como el fuego, que expresaba con su mirada todo lo que su mutilada lengua no le permitía. Faltaban piezas a este rompecabezas, quizás por ello se deleitaba armando miles y miles de estos juegos, buscándole sentido al propio, al momento de su muerte y nacimiento, recordaba el abrazo, la sensación de angustia y agonia, la sed.. la aniquilante necesidad por seguir bebiendo la sed que manba del brazo de esa mujer.

Noche tas noche, vaga su mente por aquella época, el momento en que ella se fue, perdida entre la venganza y la mirada fija hacia el horizonte, cada vez que levantaba el sol y debia cesar su infinita búsqueda. Nunca supo Philippe que buscaba aquella mujer, solo recuerda los zafiros con los que le miraba y el fuego de su cabello.

Mantuvo ese fuego cada día del resto de su existencia, en homenaje a quien le hizo ver el mundo de esta nueva manera, despertándolo a la placentera oscuridad, al conocimiento de la vana mortalidad de esos pobres ignorantes que se jactan de estar vivos, sin saber que hacer con esa vida.

Se deleita cada noche, con los placeres, mundanos, espirituales. Mezcla de sabio, filósofo y vago, andando de poblado en poblado, saciando su infinita sed de sangre, divina sangre que calma su garganta y apacigua sus sentidos.

Es él quien me ha mostrado la belleza oculta en la oscuridad, quien me dice cariñosamente "Darkness" en lugar del nombre que me dieron mis padres, nombre que he decidido llevar conmigo mientras tenga a Phillipe, durmiendo, cerca de mí, cada día y compartiendo conmigo cada noche... hasta que mis días sean oscuros, transcurriendo entre caminos bajo la luna y las sombras proyectadas por las luces de la civilización, y mis noches comiencen al salir el sol, durmiendo plácidamente junto a él.

Ahora mismo, ha de estar rondándome. Lo sé porque se inserta en mi mente y sólo puedo pensar en él, estoy a oscuras y me siento calma y sin temores, su compañía me basta para alejar cualquier sombra. Me dio a conocer el exquisito sabor de la sangre fresca, tentación que surge en mí, sólo cuando está cerca, como ahora.

No logro dejar de pensar en esa copa, desbordante de rojo elixir.

Filippo, nacido de vientre romano, creció entre centuriones y pensadores greco-egipcios habitando las costas del Mediterráneo, el olor del mar le trae cierta nostalgia junto con la alegría de saber que, de no ser por salir de allí, jamás hubiese sido el nocturno y delicioso ser que es.

Al establecerse en Versalles, decidió cambiar su nombre a Phillippe, dice que va más con su estilo, de vestir lóbrego, sencillo, elegante, propio de un Europeo.

Se enoja si le digo Phill, pero lo hago sólo por ver como sus ojos brillan más de lo normal y luego poder contentarlo, con caricias y algo de mi propia sangre, hasta robarle una esquiva sonrisa. como si se tratase de un pequeño juego entre amantes. Eso ciertamente compartimos, el amor por la noche, por las maravillas que habitan y se despiertan en ella.

Me quedo embelesada con su mirada, profunda, intensa, hasta que una palabra me saca de mi trance y me invita a pasear entre tumbas, contándome la historia de las almas que alguna vez habitaron los ahora huesos y polvo, depositados 3 metros bajo tierra.

Divagamos a menudo, acerca del culto a la muerte que tienen la mayoría de los pueblos "modernos", y su falta total de sentido, al ser la muerte sólo el paso necesario para resurgir a la nueva vida, un escalón más que es preciso subir si se desea seguir andando.

Phillippe no se decide a abrazarme pues dice que aún no estoy preparada, que debo instruirme y estar lista realmente para el momento en que decida, por fin, llevarme por completo a su mundo. Creo que aún está analizando qué podría pasar con Kali la noche en que esto suceda.

Ha comprobado lo difícil que es controlarme bajo su influencia, quizás piensa que pueda llevarme a un estado más allá de cualquier razonamiento o simplemente no volver, decidiendo seguir lo que me dicta la "insanidad" de mis arrebatos de ira y deseo de acabar con el planeta entero, si es necesario, para que el mundo resurga como debe... Algunos hombres no merecen siquiera la oportunidad de vivir, dado que la desperdician de la manera más despreciable.

Ahí está, se asoma Kali... siento como Phillippe se aleja y Darkness con él. Percibo cada vez con mayor facilidad el cambio de actitud, entre Darkness y Kali, la serena oscuridad, apacible, y la implacable ira contra lo que no debe ser, según como Kali ve el mundo. Ella y Darkness tienen sus discrepancias, pero a la final suelen llegar a un punto intermedio, a un consenso de opiniones.

Quisiera que Phillippe entendiera que Kali es tan parte de mí, como Darkness, como Ithil. Espero que llegue pronto el día en que ciertamente pueda controlarlas a ambas, tanto como Ithil, en una sutil máscara que oculta mi verdadero rostro ante el mundo, pero no para él.

Phillipe se ha ido, Darkness con él, yo no soy de muchas palabras, prefiero las acciones, no soy de despedidas, las cosas deben hacerse de manera sutil o no, pero rápida y efectiva. Aquí termina este escrito.

De Darkness y Phillipe, que escriba ella, si es que se decide a salir del placentero sentimiento y calma que siente a su lado. Yo, necesito acción, movimiento, que la energía fluya, que el caos circule, colocando cada partícula de este universo, donde debe ir y en la corriente en que fluyen.


4:08 AM// 17/09/2006

Memories

Una prueba de mi estatura.. . soy más bajita que un frailejón :

Paramo de Piedras Blancas. Edo. Mérida


Pero a pesar de eso, conozco personajes interesantes =P :

Cruz de Milla. Mérida, Edo. Mérida

Inconclusa....

" Atado a un pasamanos a nivel de los codos, con una sensación de turbidez y sin poder recordar cómo habías llegado alllí o qué hacía en aquel lugar. Los sonidos le eran ajenos, su visión era borrosa al punto de no poder distinguir entre las manchas que danzaban frente a él. Un olor nauseabundo le impregnaba, sintiendo como toda esa porquería se pegaba a su piel, a su nariz, a sus labios.. así como antaño lo hacía el aire marino.... El mar, vendería su alma al primer postor a cambio de poder estar frente al mar en ese instante y no en el cuchitril en el que se encontraba ahora, donde la sensación de aprensión era intensa y el aire húmedo, enrarecido, señal de que se encontraba en una habitación pequeña y cerrada."

Así comenzó esa historia, escrita en un cuaderno y que ahora no sé cómo continuar. mis historias suelen surgir, como todas las historias, tras una fuerte motivación, por la necesidad de más que decir algo, gritarlo. Gritarlo fuerte y raudo hasta lograr que salga de mi esa sensación... es la necesidad de expresarme la que me mueve y cuando ya no encuentro ninguna otra manera de decir lo que siento o cómo me siento, es entonces cuando las palabras se apoderan de mi y escribo.

Mis historias son oscuras, crueles, a veces un poco sangrientas, porque son intensas, como la pasión, como la rabia, como el agotamiento. Es la misma intensidad que nos ataca cuando necesitamos decir algo y no podemos o no sabemos cómo, es la intensidad de la frustración, la ira y la tristeza.... Creo que es por eso que sólo escribo cuentos cuando estoy muy triste o muy molesta. Cuando estoy feliz, simplemente canto y eso no me causa la imperiosa necesidad de escribir.

Y es así como he desangrado a uno, empalado a otro, condenado a todas y cada una de los protagonistas de mis cuentos, cumpliendo ellos la poca valorada misión de sobrellevar el peso de una carga ajena

Cuento sin nombre (En el pantano)

Con su llegada todo se iluminó, aunque ahora apenas lograba distinguir sombras entre la bruma, era bastante la diferencia contra la profunda oscuridad que reinaba segundos antes en aquél lugar.

Caminaba pesada y lentamente, pues a cada paso que daba, debía desenterrar del barro sus pies, lo cual aumentaba su fatiga y la sensación de pesadumbre que le agobiaba.

Pero esa nueva luz lo cambiaba todo, de pronto parecía que el aire era ligeramente más fresco, distinto al olor putrefacto expedido por el pantano a los bordes del camino. Era un atisbo de esperanza para salir de ese laberinto sin comienzo ni final, en el cual nunca supo cómo entró, no encontraba como orientarse y mucho menos, la manera de salir de allí.

Claro, aunque los árboles aún parecían todos unos gemelos de los otros, iguales en cada rama, en cada hoja, ahora podía distinguir sombras entre ellos y guiarse por la dirección de las mismas, incluso, marcar algún tronco, detalle que minutos antes de nada hubiese servido, en la total oscuridad que reinaba en ese lugar no se lograba ver siquiera la noche.

La humedad comenzó a disminuir, sus pasos se tornaban ligeros al andar sobre un suelo más firme; el aire, cada vez más claro, le animaba a seguir hacia adelante. Sin saber exactamente a dónde iba se contentaba con seguir la luz, con tal de salir de ese maldito abismo en el que no pasaba ni el tiempo ni cambiaba el espacio, donde la vida parecía haberse detenido.

Adelante -pensó- ¿hacia dónde es adelante, qué me espera ahí, a dónde me guía esta luz? Pensaba sin descansar, sin detener la marcha por temor a que la luz de pronto se marchara tan repentinamente como llegó.

- ¿De dónde vino esta luz, inesperada, que parece llamarme con una voz suave? ¿hacia dónde me llevará? No me importa, con tal de salir de este sitio.

Estaba determinado a escapar de una vez por todas, ya había perdido la noción del tiempo que llevaba allí, sus recuerdos habían sido borrados, no, sustituidos y sólo recordaba lo oscuro, los pies enterrados en el fango, la neblina, el olor nauseabundo que le rodeaba. No importaba a dónde lo llevaran o quién lo hiciera, siempre que fuera lejos de allí.

Precisaba salir de ese lugar condenado por los dioses, de ese pantano lóbrego y frío, que le robaba el alma un poco cada vez; al mismo tiempo, sentía como la luz le devolvía la vida, quizás por eso la seguía sin pestañear, quizás porque creía escuchar una voz que provenía de ella, no importaba mientras lo libraran de esa pesadilla.

Con el paso ya más ligero y decidido, se encontró de pronto frente a sí una barrera invisible e infinita, tan extensa que no lograba distinguir sus bordes. Chocó repentinamente contra la misma y sintió en ese momento un escalofrío como el que jamás sintiera en su vida, la sensación de chocar con un muro glacial e indiscernible, un inmenso espejo.

Se percató cuando vio su propia imagen frente a si, la ropa gastada, raída, húmeda; los brazos enmohecidos y sucios de tanto arrastrarse entre el fango. Enseguida pensó en la luz que lo había guiado hasta allí… SU luz ¿era tan sólo una ilusión acaso?, desesperado, con las manos prendidas de su sien, giró en redondo, buscando el origen de aquella cautivadora luz que le prometía paz, salida, esperanza.

Cayó de rodillas, las manos, tapando su rostro, no lograban evitar que las lágrimas escaparan de entre si. Gritó, con un gemido de dolor, desgarrante, como quien siente que encontró lo que al fin buscaba y que la misma búsqueda produjo su pérdida.

Mirando al espejo, por fin logró ubicar el origen de la luz que tanto tiempo había seguido… provenía de una puerta entreabierta, justo en la dirección de la cuál provenía; si, ahora podía distinguir en el pantano los caminos y orientarse, tenía 2 claros puntos de referencia, ese gélido espejo frente a el y la puerta, lejana, que había hasta ese momento, seguido estando abierta.

Su rostro se encendió, correría tan fuerte como sus piernas le dejaran hasta alcanzar aquella puerta. No más se levantó, cuando la puerta se cerró de golpe, dejando nuevamente todo en la más profunda oscuridad. El pantano nuevamente se convirtió en ese ente, que absorbía la vida de todo cuanto había dentro, le invadieron de nuevo la putrefacción, la desesperanza, perdió de nuevo el sentido del camino y tan sólo cayó, las manos y las rodillas aferrándose al lodo del suelo como si de la propia vida se tratara.

Al otro lado de la puerta, únicamente llegaron ecos de sus gritos, como sutiles gemidos de dolor, como murmullos que se perdían entre los muchos sonidos que provenían de allí. Eran, a fin de cuentas, los lamentos de un habitante más de la desesperanza, otro ser que inadvertidamente se alejó a si mismo de la salida que con tanto afán buscaba.


Esperanza Triste - Maricar Lavin
"Esperanza Triste" de Maricar Levin

10 de febrero de 2010

De Prismas y Borradores

Muchas veces tenemos la sensación de querer empezar de cero, es lo que llamamos "hacer borrón y cuenta nueva" con la vana ilusión de que todas nuestras circunstancias desaparezcan y se lleven con ellas todas las situaciones incómodas y que nos nos gustan de nuestra vida en ese momento em particular. Pero olvidamos algo importante, más que importante, imprescindible, diría yo, y es que somo el resultado de nuestras circunstancias, de las decisiones que tomamos al respecto, del camino que hemos decidio tomar en cada una de las encrucijadas por las que hemos atravesado a lo largo de nuestras vidas.

Visto así, el empezar de cero en cualquier momento es una suerte de metáfora y para algunos una ilusión, un argumento etéreo e inalcanzable, un ideal al mejor estilo del mundo con que soñara Platón... lo que si podemos hacer frente a esta necesidad de hacer un cambio drástico en nuestras vidas y borrar, como un huracán, todo lo que nos aqueja, es hacer un cambio radical en nuestra manera de actuar, de enfocarnos en como resolvemos las interrogantes de cada día, es decidir pensar de una manera nueva y sólo así, nos veremos como seres renovados. Al poder disfrutar de una nueva manera de ver el mundo tendremos, literalmente, un nuevo mundo frente a nosotros, lleno de mil posibilidades que antes estaban ocultas tras el velo de nuestro pesimismo

Hay una perosna en especial quien me gustaría que leyera esto, o que dicha pesona llegara por si misma a esta conclusión, que abrazara esta filosofía y esta forma de interpretar el universo que le rodea.

La magia de poder reinventarse, es, con mucho, la mejor estrategia que tenemos cuando no vemos salidas, o cuando el hastío nos envuelve, o cuando creemos que nos hemos equivocado tanto en la vida que perdimos el sentido de hacia dónde estábamos caminando.. Yo misma la he utilizado en las muchas ocasiones en que mi mundo ha cambiado sin mi permiso y me he visto en la necesidad de ajustarme o rendirme, y rendirme nunca ha sido una opción a considerar. Supongo que ha de ser por eso que creo fehacientemente que este cambio de perspectiva, más que funcionar, es como la ilusión óptica que parece un maravilloso acto de magia a quien no sabe cómo funciona.

Es necesario tan sólo un cambio de óptica.. una variación ligera del angulo con que vemos el mundo que nos permita percibir todo un arcoiris de nuevas opciones, apreciar con mayor claridad a las personas que nos rodean, lo que les ofrecemos, lo que nos ofrecen, y lo que realmente queremos hacer con nuestras vidas.

Es un poco simplista (aunque muchas veces funciona) el pensar que el fin último de la gente es "ser feliz" aunque la mayoría no tenga la más mínima idea de qué signifique ello.. bien sea que para algunos la felicidad radique en tener seguridad económica, una familia "estándar", alcanzar el éxito profesional, superar un problema importante de salud o simplemente vivir tranquilo sin mayores preocupaciones ocupándose del momento presente una y otra vez cada vez en cada uno de los sucesivos momentos presentes que conforman nuestras realidades.

Es esa la magia de los prismas, mostrarnos que un rayo de luz, es en realidad la cominación de muchos colores, algunos visibles, otros no, pero definitivamente nuestra realidad, esa a la que nos atamos tan fervientemente es mucho más de lo que decidimos que podemos ver... usar cristales de vez en cuando siempre nos recordará lo hermoso que puede ser el mundo si aprendemos a observas aquello que está oculto a simple vista.

A final de cuentas, es únicamente un ligero cambio de perspectiva, que se refelja en un cambio en nuestra forma de pensar, que a su vez afecta nuestra forma de actuar, y que finalmente nos ofrece una vida enteramente nueva, para finalmente poder decir, en lugar de "borrón y cuenta nueva" que se trata de "un nuevo inicio, una nueva vida, más parecida a la que realmente deseamos"