" Atado a un pasamanos a nivel de los codos, con una sensación de turbidez y sin poder recordar cómo habías llegado alllí o qué hacía en aquel lugar. Los sonidos le eran ajenos, su visión era borrosa al punto de no poder distinguir entre las manchas que danzaban frente a él. Un olor nauseabundo le impregnaba, sintiendo como toda esa porquería se pegaba a su piel, a su nariz, a sus labios.. así como antaño lo hacía el aire marino.... El mar, vendería su alma al primer postor a cambio de poder estar frente al mar en ese instante y no en el cuchitril en el que se encontraba ahora, donde la sensación de aprensión era intensa y el aire húmedo, enrarecido, señal de que se encontraba en una habitación pequeña y cerrada."
Así comenzó esa historia, escrita en un cuaderno y que ahora no sé cómo continuar. mis historias suelen surgir, como todas las historias, tras una fuerte motivación, por la necesidad de más que decir algo, gritarlo. Gritarlo fuerte y raudo hasta lograr que salga de mi esa sensación... es la necesidad de expresarme la que me mueve y cuando ya no encuentro ninguna otra manera de decir lo que siento o cómo me siento, es entonces cuando las palabras se apoderan de mi y escribo.
Mis historias son oscuras, crueles, a veces un poco sangrientas, porque son intensas, como la pasión, como la rabia, como el agotamiento. Es la misma intensidad que nos ataca cuando necesitamos decir algo y no podemos o no sabemos cómo, es la intensidad de la frustración, la ira y la tristeza.... Creo que es por eso que sólo escribo cuentos cuando estoy muy triste o muy molesta. Cuando estoy feliz, simplemente canto y eso no me causa la imperiosa necesidad de escribir.
Y es así como he desangrado a uno, empalado a otro, condenado a todas y cada una de los protagonistas de mis cuentos, cumpliendo ellos la poca valorada misión de sobrellevar el peso de una carga ajena
23 de febrero de 2010
Inconclusa....
9:03 a.m.
No comments
0 comentarios:
Publicar un comentario