Poema de Claudio de Alas
MIENTRAS ANDA LA HORA
- Doctor; sigue esta fiebre,que el alma me entenebre,
implacable y brutal como si fuera
mi vida toda que al rodar callada,
espera, espera...y siempre espera
una sonrisa lastimera
de unos labios helados cual los míos...
- Doctor; mi carcajada
desolada
y cansada
y llena del afán de mi jornada,
tiene la muda soledad de los desiertos...
-Doctor; vuestra ciencia suprema,
para mi mal- mal de los muertos-
es una luz, cuyo fulgor no quema.
-Doctor; dejadme quieto!
Prefiero antes que el hombre, el esqueleto.
Perdonadme, Doctor...Soy el enfermo,
que únicamente callo cuando duermo.
...Espero una visita.
Es una dama pálida y silente,
Hace tiempo, Doctor, me dio una cita,
y la espero esta noche blandamente...
-Doctor; alguien toca la puerta...
Abrid! ¿Es ella acaso?
Ella es!...Doctor, viene encubierta:
indicadle el camino, dadle paso,
y no toquéis su túnica de raso,
porque oculta el Misterio seriamente!...
-Buenas noches, dulce amiga lejana.
Os esperaba...Adelante, Señora...
- Doctor; esa campana,
¿ por qué sin ser la hora, da la hora,
y esparce su lamento?
- Que descanso que siento,
mi querido Doctor.
Enmudecido de temor;
que descanso, Doctor!...
Este pensar horrible de mi pensamiento,
de mar en furia, es límpido remanso...
No tengo frío, mi querido Doctor,
algo pasa sobre mi corazón...algo que no me duele!
¿Será que ya murió mi corazón?
Algo me impele
hacia la barca azul, en que el laurel
hecho ritmo, y verdor y resplandor,
tiende un abrazo redentor,
mi sabio y muy admirable, mi Doctor:
- Perdonad al enfermo, y su candor.
- Lo más cerca de mí, Señora...
Soy un niño muy triste...
y hace tiempo que lloro.
No recordar en que consiste;
Lo dulce de tu cita, triunfará.
Dadme un beso, oh, Señora!
Dadme el beso callado y no comprado,
de tus labios siniestros, por lo mudos
Señora, y a mi lado,
estrechemos los músculos desnudos,
para dormir...
Morir?...(1)
(1) Diez minutos después el poeta se abría la frente de un tiro.