14 de marzo de 2016

    La roca cedió. Sintió como su cuerpo era atraído por el vacío en cámara lenta, mientras veía saltar los clavos que la sujetaban. Cerró los ojos y contuvo la respiración mientras alargaba la mano hacia el apoyo de granito que estaba a su derecha.

    Esta vez el muro era casi vertical, y al mirar hacia arriba no se veía el final, solo la roca, más y más arriba, más y más roca, sin embargo ya estaba a medio camino y había un sólo sentido en el cual continuar. Había decidido el mes anterior que este sería su viaje de cada año, así que hizo los preparativos y antes de darse cuenta estaba allí, anclada a la pared, gruñendo en cada esfuerzo y ascendiendo con cada respiro. Sólo la acompañaban sus pensamientos y el aullar del viento.

    La escalada nunca ha sido sencilla, lo sabía, pero también sabía que vale la pena el esfuerzo por la sensación que produce el llegar a la cima. Sin embargo, la escalada libre tiene riesgos considerables: Es esa que se hace sin cuerdas y con mínimas medidas de seguridad, confiando tan sólo en la experiencia y dependiendo de las manos para sujetarse a la vida. Nunca mejor dicho.

    El canto de un águila y su sombra abajo, a lo lejos, le recordó la altura a la que se encontraba, de modo que revisó los anclajes, se frotó las manos con magnesio, tomó una bocanada de aire, balanceó el cuerpo y se estiró para llegar a la saliente más próxima. Con cada paso faltaba menos y se emocionaba más, con cada avance se sabía más cerca del final y del paisaje que vería desde arriba, la ruta que había anhelado hacer desde hace tantos años ya no le era esquiva, lo único importante era seguir subiendo, seguir convenciendo a la pared de dejarse trepar, un respiro a la vez, un paso a la vez, un clavo a la vez...

    Un destello de sol la cegó y decidió que era momento de parar, tan sólo dos minutos mientras recobraba el aliento y cerró los ojos para sentir el calor en la cara, sentía cómo los rayos del sol la inundaban de energía, de fuerza para seguir subiendo, la impulsaban a seguir hacia adelante, hasta alcanzar el cielo.

    Cuando abrió los ojos volvió en si, al trozo de roca aún en su mano, al clavo suelto, al viento que intentaba sostenerla, al águila, al vacío...


Comenzado el 15 de febrero de 2016
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Siento que estoy oxidada, antes las historias venían a mi y sólo debía dejarlas salir, ahora pareciera que debo pedirle permiso a cada palabra para ponerla en su lugar. Sin embargo, creo que comenzamos a entendernos de nuevo, ya veremos cómo nos va - Ka, π day, 2016.

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