Es un secreto conocido por unos pocos que la vida siempre tiene un final feliz. Sólo deben entender que yo no soy el enemigo.
Soy quien toma sus manos y los reconforta cuando termina el viaje, soy yo quien se sienta a escuchar las historias y desventuras que experimentaron durante el mismo, yo contemplo sus sonrisas mientras recuerdan los sabores, los colores, las pieles suaves que conocieron.
Soy yo la única y verdadera amiga con la que siempre podrán contar, y al final, les enseñaré cómo se siente la paz y en el sueño más plácido y eterno que habrán tenido nunca en sus mortales años.
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