Me pregunto si aún leerás las entradas de este blog, las muy escasas entradas que logro colocar en esta nueva vida mía.
Hace tiempo que no me sucedía esto, intentaba dormir cuando me descubrí pensando en ti, y es que al parecer, han pasado ya ¿cuántos, 3, 4 años? y no te supero. Sigo pensando que eres mi hombre perfecto, con un sólo defecto: no sabes cómo lidiar conmigo cuando paso por una mala racha.
Hace siglos, te pedí que nos casáramos y nos fuéramos, aún hoy, si me lo preguntaras, te respondería que si, que me encantaría que eso sucediera. Tengo más que claro que has hecho tu vida y que estás feliz con ello, creo que debes saber cuán feliz me hace saber que estás bien y que estás cada día más cerca de tus sueños. Creo que soy lo suficientemente poco egoísta, para sentirme bien sabiendo que eres feliz aún sin mi.
No deja de sorprenderme este sentimiento, al que mal llamo Amor, porque es el único que me permite explicarme el hecho de que el afecto, el cariño, y todos los buenos deseos hacia ti que lo acompañan, sigan vigentes, tanto como se ama al mejor amigo, con ese con el que mi alma se conectaba al punto de sobrepasar límites físicos y temporales, algo casi tan ilusorio como la telepatía, también recuerdo que hablábamos de ello, seguros de que teníamos un nexo más antiguo que los años en esta vida, tan seguros como para afirmar que sería duradero.. duradero, porque el "siempre" es una ilusión, una extensión del aquí y ahora, del eterno momento que es el presente continuo y cambiante, como el agua del océano.
Pensando un poco en por qué destapé esta pequeña caja de Pandora en la cual guardo mis sentimientos hacia ti, se me ocurrió que debe ser porque me voy, este año o el próximo, y pensé que la segunda persona con la que me haría más feliz irme, sería contigo. Y me voy, porque me toca, porque se termina un ciclo y comienza otro, porque así es la vida, porque así lo deseo, porque sabía que eventualmente, ese viaje estaría en mis planes y sin derecho a retorno, a menos que sea de Vacaciones... Un viaje tan parecido a la muerte que será empezar una nueva vida, no de cero, pero casi eso.
Y resulta que de tanto no poder dormir, de tanto intentar aquietar los pensamientos que me rondaban, caí en cuenta de que aunque todo haya cambiado, las cosas que más me importan no lo han hecho, y que te extraño horrores aunque no sea capaz de conversar contigo más allá de dos oraciones sin que el piso se me derrumbe, y todo esto me cayó como un baño de agua helada, de esos que no soporto; un baño de agua fría sorpresivo, que te toca cuando entras a la ducha sin saber que se dañó el calentador y que más, te toca bañarte y que se te congele el alma, una vez más, salir tiritando y buscar el cobijo artificial de la estufa o el cobijo natural del primer rayo de sol cálido que se preste para calentar tus huesos.
Y así, pues, no queda de otra.. dormir con frío, calentándome con la cobija y no contigo, esperando que el día que se aproxime pueda de nuevo disfrutar de la comodidad del agua caliente, para poder disfrutar de una buena temporada sin pensar de nuevo en tí.
27 de julio de 2009
Se me dañó el calentador...
2:21 a.m.